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¿Qué es la microbiota intestinal?

La microbiota es el conjunto de microorganismos que se encuentran por todo el cuerpo humano. Existe una relación simbiótica con estos microorganismos invisibles, es decir, que tanto el individuo como los microorganismos que habitan en él sacan un beneficio mutuo de este hospedaje. Estos microorganismos pueden ser bacterias, virus, y hongos, entre otros.

Se cree que esta colonización empieza en el momento del parto, donde la madre pasa parte de su microbiota al bebé por el canal vaginal. A partir de ese momento, la microbiota empieza a formarse, alcanzando la madurez sobre los tres años de edad, momento en el que ya se asemeja a la de un adulto. Es importante recalcar que la microbiota va evolucionando a lo largo de la vida paulatinamente, ya que es altamente susceptible de ser modulada por el ambiente que rodea al individuo. La lactancia materna, el entorno, los antibióticos, la dieta, y las posibles alergias son algunos de los factores que afectan y modulan la composición de la microbiota, la cual es única e irrepetible, como la genética de cada persona.

El más claro ejemplo de esta simbiosis es la microbiota intestinal. El intestino se encuentra colonizado por miles de millones de bacterias, con la mayor parte de ellas localizadas en el intestino grueso. Más de 400 especies de bacterias conviven en el intestino, cada una de ellas con unas características diferentes. Se estima que, en su conjunto, la microbiota intestinal supone más de 3 millones de genes, es decir, 150 veces más que el genoma humano. Toda esta genética bacteriana confiere una serie de ventajas al hospedador de las cuales no podría beneficiarse de no ser por las bacterias de su intestino. Por ejemplo, gracias a ellas se pueden digerir fibras complejas o sintetizar vitamina K. Otra función importante de la microbiota intestinal es la activación del sistema inmune y su papel defensor, ya que impide que otros microorganismos patógenos se asienten y proliferen, pudiendo generar malestar u enfermedad.

Sin embargo, al ser altamente modulable, el conjunto de varios factores externos puede favorecer un crecimiento de bacterias poco beneficiosas para el organismo generando un estado de disbiosis intestinal. La disbiosis se refiere al estado de desequilibrio en el número o tipo de bacterias en el intestino, y algunos de sus síntomas gastrointestinales pueden ser malas digestiones, hinchazón, y/o gases. Por este motivo, es fundamental llevar una dieta saludable que ayude y favorezca el crecimiento de bacterias buenas. Para ello, hay que consumir frutas y verduras diariamente, priorizar las legumbres como fuente proteica, evitar el alcohol y el tabaco, reducir el consumo de azúcar y harinas refinadas, y tomar alimentos probióticos como el yogur o el kéfir. Mantener una microbiota sana, equilibrada y diversa es